UNA EXPERIENCIA MAGISTRAL: Docencia maternal.
Dicen que madre hay solo una. Eso es verdad, pero lo que no me esperaba es que la mía fuese especial.
Supongo que haber decidido ser docente fue por la vinculación que tengo con esta carrera desde que nací. En plena gestación mi madre estudiaba física, química y pedagogía, era 1986 y ella se encontraba en sus últimos años en el instituto pedagogico. Su experiencia como estudiante fue una de las mas interesantes y las más dificiles que ella tuvo que pasar. Sus compañeros de clase la ayudaron cuando se presentaba dificultades, confiaron en ella y en su talento como docente. Ellos no querian que una mujer como mi madre se quedara en el olvido: ella tenía mucho que dar a los demás.
No se equivocaron: gracias a ellos mi madre pudo demostrar sus cualidades como docente y su entrega hacia sus estudiantes.
Nunca retrocedió, siempre miró hacia adelante e hizo que yo hiciese lo mismo. Avanzamos juntas hacia el porvenir y la felicidad que nos deparaba y, aunque fue dificil al principio entender lo que pasaba a mi alrededor, con el tiempo comprendí que mi madre me enseñaba a no sufrir, sino a luchar por ser feliz. Cada día de mi vida a sido una lección para mí el hecho de vivir con ella, admirarla es lo minimo que puedo hacer y tratar de superarla es algo que debo de hacer como hija. Es una mujer especial.
Cuando decidí ser docente tuve que pensarlo bien. Toda mi vida ha estado vinculada con la educación, iba con mi madre a todas las capacitaciones habidas y por haber y observaba como los docentes se preparaban para realizar sus actividades. Practicamente viví en el colegio donde mi madre trabajaba y me degustaba de la inmensa biblioteca que visitaba. Observaba como preparaba en las noches sus sesiones de aprendizaje y sus materiales para el día siguiente. Vivía y dormía entre sábanas de conocimientos científicos y matemáticos y fantaseaba con la literatura y el arte. Todos pensaban que terminaría estudiando ingeniería o medicina y mis profesores sugerian que tipo de universidad debía estudiar para las ramas de ciencia. Lo que no se esperaban fue la sorpresa que les dío mi madre al decirles que yo habia elegido el camino que ellos ejercian: la docencia.
Desde que empecé a estudiar en la UCSS (Universidad Católica Sedes Sapientiae) no dije a nadie que especialidad estaba estudiando. Entonces había un rayo de esperanza para todo aquel que pensaba que la especialidad que elegiría fuese vinculada a la ciencia y tecnología. Una vez más se desilusionaron al enterarse que había decidido estudiar letras: Filosofía y Religión.
Pero la única que no mostró incomodidad ni nada por el estilo fue mi madre. Ella me apoyó en todo momento y me sentí feliz de que ella confiara en mí y yo estaba dispuesta a no defraudarla: sería la mejor.
Y hoy, como muchos otros dias, ella está dando lo mejor de sí en el aula, mi hermano sueña con ser ingeniero mientras estudia en las aulas de primaria y yo me entretengo con mis libros en la universidad, luchando por ser una gran docente. Ella a conseguido de nosotros, sus hijos de 7 y 23 años, a madurar y a luchar por lo que deseamos ser. Ella lo sigue haciendo, nosotros también tenemos que luchar.
Mi madre es especial, es madre y maestra. Unica y magistral.
Gracias por todo.
Tu hija: Guisella Azcona.
Supongo que haber decidido ser docente fue por la vinculación que tengo con esta carrera desde que nací. En plena gestación mi madre estudiaba física, química y pedagogía, era 1986 y ella se encontraba en sus últimos años en el instituto pedagogico. Su experiencia como estudiante fue una de las mas interesantes y las más dificiles que ella tuvo que pasar. Sus compañeros de clase la ayudaron cuando se presentaba dificultades, confiaron en ella y en su talento como docente. Ellos no querian que una mujer como mi madre se quedara en el olvido: ella tenía mucho que dar a los demás.
No se equivocaron: gracias a ellos mi madre pudo demostrar sus cualidades como docente y su entrega hacia sus estudiantes.
Nunca retrocedió, siempre miró hacia adelante e hizo que yo hiciese lo mismo. Avanzamos juntas hacia el porvenir y la felicidad que nos deparaba y, aunque fue dificil al principio entender lo que pasaba a mi alrededor, con el tiempo comprendí que mi madre me enseñaba a no sufrir, sino a luchar por ser feliz. Cada día de mi vida a sido una lección para mí el hecho de vivir con ella, admirarla es lo minimo que puedo hacer y tratar de superarla es algo que debo de hacer como hija. Es una mujer especial.
Cuando decidí ser docente tuve que pensarlo bien. Toda mi vida ha estado vinculada con la educación, iba con mi madre a todas las capacitaciones habidas y por haber y observaba como los docentes se preparaban para realizar sus actividades. Practicamente viví en el colegio donde mi madre trabajaba y me degustaba de la inmensa biblioteca que visitaba. Observaba como preparaba en las noches sus sesiones de aprendizaje y sus materiales para el día siguiente. Vivía y dormía entre sábanas de conocimientos científicos y matemáticos y fantaseaba con la literatura y el arte. Todos pensaban que terminaría estudiando ingeniería o medicina y mis profesores sugerian que tipo de universidad debía estudiar para las ramas de ciencia. Lo que no se esperaban fue la sorpresa que les dío mi madre al decirles que yo habia elegido el camino que ellos ejercian: la docencia.
Desde que empecé a estudiar en la UCSS (Universidad Católica Sedes Sapientiae) no dije a nadie que especialidad estaba estudiando. Entonces había un rayo de esperanza para todo aquel que pensaba que la especialidad que elegiría fuese vinculada a la ciencia y tecnología. Una vez más se desilusionaron al enterarse que había decidido estudiar letras: Filosofía y Religión.
Pero la única que no mostró incomodidad ni nada por el estilo fue mi madre. Ella me apoyó en todo momento y me sentí feliz de que ella confiara en mí y yo estaba dispuesta a no defraudarla: sería la mejor.
Y hoy, como muchos otros dias, ella está dando lo mejor de sí en el aula, mi hermano sueña con ser ingeniero mientras estudia en las aulas de primaria y yo me entretengo con mis libros en la universidad, luchando por ser una gran docente. Ella a conseguido de nosotros, sus hijos de 7 y 23 años, a madurar y a luchar por lo que deseamos ser. Ella lo sigue haciendo, nosotros también tenemos que luchar.
Mi madre es especial, es madre y maestra. Unica y magistral.
Gracias por todo.
Tu hija: Guisella Azcona.
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