A mi estimado profesor Andrés... después de tres años


Hace tres años me encaminé al aula donde, sin pensarlo yo ni mis compañeros, sería su última clase. Debe de ya saber como nos sorprendió a sus últimos estudiantes de como se fue, sin darnos cuenta de ello. Aun recuerdo que llevé mis apuntes de su última clase en mi mochila caminando con mis amigos hasta su velatorio. Creo que lo seguí llevando durante dos meses hasta que me dí cuenta que ya no llevaría el curso y ningún curso más con usted. Ese hecho me apenó demasiado pero también me fortaleció como persona: Había tenido un gran guía que me encaminó al encuentro con aquel que me amó toda la vida, incluso antes que existiera.

Jesucristo me cambió la vida y Usted, Dr. Andres, fue quien ayudó a que ello sucediera.

A Usted le debo mucho y creo que seguiré siempre en deuda con usted. Nunca olvidaré aquella última clase: "ustedes iluminan esta aula, la resplandecen con su deseo de saber más", aquella vez que gritó mi apellido por el campus recordandome que debía escribir y seguir escribiendo más y más y compartiera mis conocimientos a todos con humildad, aquella que era su tarjeta de presentación. Lo admiré mucho y hasta mis compañeros de teatro pensaron que era amor platónico, ja ja ja....

Por Usted me dí cuenta que Dios me deparaba una misión grandiosa aunque para el mundo era insignificante y hasta tonta. Ahora, a puertas de graduarme en la especialidad que muchos nunca se imaginaron, le agradezco mucho por todo lo que nos enseñó a mi y a mis amigos. Yo sé que aun me falta mucho por recorrer pero, sabe, su guía a sido de gran ayuda para lo que ahora sigue, ser una buena guía para con mis estudiantes.

GRACIAS PROFESOR ANDRÉS, GRACIAS POR TODO

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