Investigación Filosófica - Fenomenología
Encontré, entre mis PDF's guardados, estos artículos de filosofía, educación y teología que iré publicando poco a poco, con el fin de compartirlos. Cada uno tiene su título, su autor, la universidad donde proviene y datos anexados. Espero sea de utilidad como lo fue (y sigue siéndolo) para mí y mi esposo. Disfrútenlo.
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La crisis de las ciencias y de la filosofía según
Edmund Husserl
CAMILO
DAVID CÁRDENAS BARRETO
Universidad
Pedagógica Nacional
Licenciatura
en Filosofía
Resumen: La
intención del presente escrito es la de mostrar qué se puede entender por crisis de las ciencias y la filosofía
según las ideas de Husserl expuestas en los parágrafos 1-7 de su obra La crisis de las ciencias europeas y la
fenomenología trascendental y la conferencia (presente al final de la
edición citada): La crisis de la
humanidad europea y la filosofía. En la primera parte, se realizará una
contextualización de los textos. En la segunda, se mostrará qué entiende Husserl
por crisis y por qué piensa que tanto las ciencias como la filosofía están
envueltas en ella y, finalmente, cuál es la solución que da a este problema;
por último, se interrogará y responderá qué puede decir esta crisis europea a los
latinoamericanos.
Palabras clave: Filosofía,
ciencia, positivismo, crisis, fenomenología trascendental.
1.
Ambiente científico y político
Tal
como lo dice la nota editorial de la edición citada de Krisis, este libro fue resultado de las investigaciones que se
dieron por parte de Husserl entre 1934 y 1937. Ya era sabido en ese entonces
por el mismo Husserl los avances de la mecánica cuántica de la mano de su
“fundador” Max Planck, y de la teoría de la relatividad, de Einstein, que cuestionaron
las bases mismas de la física clásica newtoniana (aunque, bajo otro punto de
vista, más que una superación estos avances fueron un complemento): “Sólo en
fecha reciente [las ciencias] superaron
la esclerosis que en este sentido y bajo el rótulo de física clásica les
amenazaba” (Husserl, 1991, pág. 4) .
En
1927 el físico alemán Werner Heisenberg formuló su famoso principio de incertidumbre según el cual no es posible determinar
simultáneamente con precisión el momento
y la posición de una partícula. Es
posible, entonces, identificar que la crisis de las ciencias proviene de los
mismos cimientos de la física, es decir, que el ideal positivista de exactitud
matemática (el rigor heideggeriano) se resquebraja y que es dudable la
afirmación de Husserl según la cual: “Representada por un Newton o por un
Planck o un Einstein, o por quien en el futuro haya de hacerlo, la física fue
siempre y siempre será una ciencia exacta.”[1] (Husserl, 1991, pág. 4) . Se puede ver a su
vez en el aporte de Heisenberg la importancia de la subjetividad representada en el acto de medición del científico que
altera, inevitablemente, los resultados; que crea, en fin, la incertidumbre. No obstante, no todos
aceptaban las implicaciones “filosóficas” de la mecánica cuántica (incluyendo
el mismo Einstein quien hablaba de unas variables
ocultas) y es razonable suponer que, en general, en la época en que Husserl
realizó las investigaciones de Krisis,
en el ambiente científico de la época imperaba la idea de que “[al investigar]
el investigador [excluye] cuidadosamente toda posible toma valorativa de
posición”, que el investigador no interviene pues “la ciencia [hace]
abstracción de todo lo subjetivo” (1991, pág. 6) . Esto significa que
el investigador científico intentaba en lo posible disminuir su intervención
subjetiva (prejuicios) porque su ideal era obtener resultados neutrales. Bajo
este “paradigma” la realidad que estudia es independiente de él: de sus
creencias, de sus valoraciones; por decirlo metafísicamente, ya tiene un
invariable ser y sólo necesita ser
estudiado[2]. Esto
es lo que a grandes rasgos se puede caracterizar como positivización de la ciencia.
Las
ciencias de las que habla Husserl son europeas,
en representación de Occidente. Su texto ofrece, pues, una visión meramente
eurocéntrica. Prácticamente se podría decir que es asumido por el autor que
tanto las ciencias como la filosofía son europeas. Es desde lo vivido en su
propio contexto, su mundo de la vida,
que Husserl observa un estado de crisis. Que este estado haya tenido
consecuencias para toda la humanidad al aparentemente haber llevado Europa la
“antorcha de la civilización”, es otra discusión.
En
la época de Husserl, Alemania intentaba sanar las secuelas que dejó la Primera
Guerra Mundial y el capitalismo estaba pasando por un momento de crisis gracias
a la “Gran Depresión” ocurrida en Estados Unidos desde 1929 (y que tuvo consecuencias
a nivel mundial que explican en parte el ascenso del nazismo al poder) (Suárez, 1998, pág. 110) .
Por
otro lado, como relata Klaus Wrehde (2008) , en 1934 acaeció en
Alemania la famosa noche de los cuchillos
largos en la que, según órdenes de Hitler, las fuerzas policiales de las SS asesinaron a diversos miembros de las
SA. Esto ocurrió un año después de
que Husserl dictara su conferencia en Viena La
crisis de la humanidad europea y la filosofía (pág. 101) . En ese entonces,
gracias a Heidegger, Husserl ya no tenía cátedra en la Universidad de Friburgo
y tuvo que irse a Viena, aparentemente libre del influjo del nazismo. Es
curioso el hecho que anota Wrehde respecto a que la crisis se refiere a la
humanidad europea y no, en concreto, a la humanidad alemana. El clima de
opresión por la ejecución e influencia de las políticas raciales, podría explicar
este hecho (es decir, Husserl tenía que ser sutil en sus apreciaciones
políticas). Y finalmente, su conferencia no pudo ser escuchada “en los círculos
de resistencia contra el régimen” nacionalsocialista (pág. 101) .
2.
Crisis de las ciencias y de la filosofía
¿Pero
en qué consistió la tan mentada crisis? Para Jorge Novella Suárez, la crisis se
puede entender en dos sentidos: el primero, de corte metodológico que refiere
al replanteamiento de los métodos usados para investigar ciertos objetos y a
una evaluación de sus logros; el segundo, quizá “corolario” del primero, refiere
las consecuencias que tienen el uso de determinadas posturas “filosóficas” (el
positivismo y el objetivismo) para interpretar la ciencia y el hombre y la
confianza excesiva en el ideal de la prosperity
técnica (Suárez, 1998, pág. 104) . En efecto, Husserl
explica qué significa que una ciencia esté en crisis en los siguientes términos:
“Que una ciencia esté en crisis quiere decir (…) que su cientificidad genuina,
que el modo como se autopropone objetivos y tareas y elabora, en consecuencia,
una metodología, se han vuelto
problemáticos” (Husserl, 1991, pág. 3) .
Husserl
no niega nunca el éxito de las ciencias positivas en términos de sus resultados.
Manifiestamente expresa que: “El rigor del carácter científico de todas estas
disciplinas, la evidencia de sus resultados teóricos y de sus éxitos duraderamente
irrefutables, están fuera de discusión” (1991, pág. 5) . Por tanto, la
ciencia no está en crisis en ese sentido. Sin embargo, en otro sentido, cuando
se toma en cuenta “la crisis de [la] cultura [europea] y [el] papel atribuido a
las ciencias en ella”, parece urgente “una crítica seria y muy necesaria” (1991, pág. 5) . Husserl sitúa el
origen de esta crisis en la segunda mitad del siglo XIX, cuando la “humanidad” se
dejó deslumbrar por las promesas de progreso y prosperidad que traían las
ciencias positivas. Pero estas ciencias son incapaces de expresar algo respecto
a “las cuestiones relativas al sentido o sinsentido de esta entera existencia
humana” (1991, pág. 6) . Su célebre frase:
“meras ciencias de hechos hacen meros hombres de hechos” (1991, pág. 6) significa que las
ciencias positivas no pueden decir nada a cuestiones vitales como cuál es el sentido de la existencia humana,
en ellas sólo se ven, dicho wittgenstanianamente, hechos, hechos y más hechos.
Por
otra parte, algo ocurre cuando el éxito del positivismo intenta reproducirse en
las llamadas ciencias del espíritu, y
con especial énfasis, en la psicología. Esta reproducción consistiría en la ya
mentada imitación del rigor del positivismo; esto es, que por un lado, las
ciencias del espíritu adopten métodos matemáticos, por otro, que “el
investigador excluya cuidadosamente toda posible toma valorativa de posición,
todo preguntar por la razón o sinrazón de la humanidad y de sus configuraciones
culturales que constituyen el tema de su investigación” (Husserl, 1991, pág. 6) . Por ello, Husserl
constantemente acusa al positivismo de decapitar la filosofía y la subjetividad,
porque elimina problemas que le son propios como el de la libertad (1991, pág. 9) . La lucha de estos
escritos va dirigida, entre otras cosas, contra el positivismo, el naturalismo
y el objetivismo.
Así,
mientras el positivismo aparentaba avanzar a pasos agigantados, acumulando
éxitos empíricos y teóricos, la filosofía entendida como ciencia universal, como “metafísica”[3] base
de todos los conocimientos, fracasaba en los intentos de construir un sistema
filosófico con la capacidad de fundamentar toda la ciencia de la época, de
responder cualquier problema. Después
del Renacimiento (y los intentos de un Descartes, un Kant o un Hegel), después
de ese intento de autocomprensión humana, de afirmar un modo de existir opuesto
o diferente al modo de existir medieval y de recuperar la existencia de la
antigüedad (en especial, griega), la especialización
o fragmentación de las ciencias respecto a su matrona, la filosofía, era
inminente[4].
“Filosofía”
se entendía aquí como “el darse libremente a sí mismo, a la entera vida propia,
reglas fundadas en la pura razón, tomadas de la filosofía” (Husserl, 1991, pág. 7) . Es decir, durante
el Renacimiento la filosofía tenía una labor de emancipar, de dar libertad a
los sujetos, construir tanto la autonomía teórica como práctica. Por otro lado,
y como se mencionó anteriormente, la filosofía no se entendía como un conjunto
de disciplinas propias (concepto escolástico para Husserl) sino que se entendía
como “mathesis universalis”, “(…) ciencia omniabarcadora, la ciencia de la totalidad de lo que es” (1991, pág. 8) . No existían
ciencias particulares, todas eran partes de una única filosofía. Era, desde
luego, el proyecto de Descartes: el de crear un único edificio de todos los
conocimientos fundado en principios claros y distintos. Asimismo, en el
Renacimiento, la ciencia, según Husserl, aún no estaba disociada de las
cuestiones íntimas del ser humano, aún tenía algo que decir, aún significaba algo para la humanidad.
Responder por qué ya no es así, por qué la ciencia se positivizó haciendo “abstracción de lo subjetivo”, es una de las
tareas que Husserl se propuso en sus conferencias (1991, págs. 6-7) .
El
fracaso de la conformación de una filosofía universal coincide con el fracaso
de la metafísica. Mientras que, por un lado, el nuevo método renacentista «sólo
podía traducirse en éxitos indudables en las ciencias positivas” (Husserl, 1991, pág. 10) , la metafísica deambulaba
de fracaso en fracaso. Se construyeron amplios sistemas filosóficos, pero a
veces no guardaban relación alguna entre sí o con las ciencias positivas, y no
se mantuvieron en pie debido a las críticas. Esto posiblemente causó que no
solamente los científicos se especializaran más y más ignorando la filosofía,
sino que los mismos filósofos perdieran su fe en la realización de tal empresa,
en la resolución de los problemas metafísicos (1991, págs. 10-11) . Entonces, de un
lado, la crisis de las ciencias europeas que Husserl refiere tiene su germen “en
una crisis relativa a su sentido, a ese sentido en orden al que fueron
fundamentadas como ramas de la filosofía y que portaron en sí de modo duradero”,
una crisis que “quebranta a fondo su entero sentido de verdad” (1991, pág. 12) ; por otro, en la
pérdida de fe «en el sentido de la historia, en el sentido de la humanidad, en
su libertad, o lo que es igual, en la capacidad y posibilidad del hombre de
conferir a su existencia humana, individual y general, un sentido racional” (1991, pág. 13) . Se puede concluir
de esta forma que para Husserl tanto la filosofía como la ciencia están en
crisis.
Las
ciencias individuales perdieron la necesidad de fundamentarse en una fuente
última que les diera sentido. La psicología también intentó considerar la subjetividad
como naturaleza espacio-temporal, como un hecho.
La filosofía universal queda así eliminada. Pero, como muestra Husserl, este intento de la psicología no puede terminar
sino en la eliminación de su propio objeto de estudio. En efecto, aunque seamos
cuerpo, no se es sólo eso, no se es sólo el mero aglomerado de órganos, tejidos
y sistemas funcionales especializados; hay en cambio, por decirlo de esta
forma, un espíritu en cada uno de
nosotros, una subjetividad indeterminada
que “fluye a través de un torrente de vivencias”, una subjetividad, una
intencionalidad que se resiste a ser positivizada, a ser considerada un mero
hecho circunscrito en la espacio-temporalidad como cosa física. Las ciencias
del espíritu estudian la vida, pero
no vida en sentido biológico sino una vida “activa de cara a fines, vida que
rinde formaciones espirituales: en el sentido más amplio, vida que crea cultura en la unidad de una historicidad” (Husserl, 1991, pág.
324) .
Estudian, en último término, el espíritu,
que es algo “siendo él
mismo en sí mismo y para sí mismo, es autónomo” (1991, pág. 355) . Un estudio
verdaderamente científico de la vida (en el concepto husserliano) no puede
eliminar esta autonomía del espíritu.
Se
plantea entonces un problema de método
y de objeto, o en otras palabras, se afirma
que la aplicación del método de las ciencias positivas a las ciencias del
espíritu es inadecuada dado que el objeto
ha cambiado su “naturaleza”, lo que resulta en la adecuación del método a las características particulares del
objeto que estudia para una investigación genuinamente científica. Para
Husserl: “Sólo la ciencia de la naturaleza puede, con coherencia impecable,
hacer abstracción de todo lo espiritual e investigar la naturaleza puramente
como natural” (1991, pág. 325) . Así pues, únicamente
mediante el rechazo de la senda positivista o científico-natural, la psicología
(a quien se le atribuye la labor de ser filosofía
universal) podría llegar a la cientificidad.
Pero
la cientificidad no solamente es una cuestión de la psicología sino que atañe a
todas las ciencias. El intento de Husserl es retomar esa idea de “filosofía
universal”, de mathesis universalis, y
construir un sistema filosófico y científico que dé fundamento a todas las
ciencias a través de la fenomenología trascendental. Tal sistema estaría basado
en la noción de Lebenswelt o mundo de
la vida, el cual sería el “mundo de la subjetividad” justamente constituido por
el sujeto (y dentro de él estarían las ciencias creadas por el hombre) (Suárez, 1998, pág. 108) . Entonces, ante el
avance del positivismo Husserl propone una recuperación de la fuente originaria
de sentido mediante una metodología basada
en una descripción eidética de la evidencia
vivida que sea capaz de encontrar las estructuras universales de la
conciencia. Tal proceso estaría conformado por la puesta entre paréntesis (o epojé, esto es, por la suspensión de la
actitud natural e ingenua), de un objeto intencionado sostenido en retención y
al cual se le aplica variaciones
imaginarias. (Reeder, 2011) .
No
obstante, sea o no la fenomenología trascendental el camino para una filosofía auténticamente
científica y rigurosa, lo cierto es que Husserl advirtió los peligros de la
positivización, de la desmesurada confianza en la poderosa técnica científica y
los problemas metodológicos que nacen desde su aplicación a otros objetos. La
supuesta unidad del espíritu europeo se vio ignorada gracias a las sucesivas
“guerras mundiales” que tuvo que padecer de 1914 a 1918 y de 1939 a 1945. No
bastó ese sentimiento “de pertenencia a un hogar” del europeo como
característica que superaba las diferencias entre las naciones (1991, pág. 329) .
Husserl
señaló así dos caminos ante la crisis:
[O bien] La decadencia de Europa en la alienación
respecto de su propio sentido racional de la vida, la caída en el odio
espiritual y en la barbarie, o el renacimiento de Europa desde el espíritu de
la filosofía mediante el renacimiento de Europa desde el espíritu de la
filosofía mediante un heroísmo de la razón que supere definitivamente el
naturalismo (Husserl, 1991, pág. 358) .
De
ahí la necesidad de autocomprensión europea como tarea, de la cual Husserl
plasmó sus resultados en su conferencia La
crisis de la humanidad europea y la filosofía. Allí situó el nacimiento de
Europa como unidad espiritual entre los siglos VII y VI a. C, en la Antigua
Grecia, con el advenimiento de una nueva forma de ver el mundo, “una actitud de nuevo cuño frente al
mundo circundante”, esto es, la filosofía,
la “ciencia universal, ciencia del todo del mundo, de la totalidad de todo
ente” (1991, págs. 330-331) . De esta forma se
puede inferir que el origen de Europa coincide con el origen de la filosofía,
es decir, el devenir histórico de la filosofía permite la comprensión del
espíritu europeo.
Husserl,
siendo alemán, fue consciente de los peligros que traería el ascenso de Hitler
al poder, que llevó a la deshumanización del espíritu europeo. La creación de
campos de concentración como Auschwitz fue una de las máximas representaciones
de la barbarie técnica, el resultado de un proceso sistemático para asesinar en
masa cada vez más eficazmente. El sentido
del pueblo judío, entre otras comunidades afectadas por el régimen, desapareció.
Su propia perspectiva de mundo: su llanto, su clamor, fueron exterminados en
los hornos crematorios. Se tiene así que Husserl ataca al positivismo desde dos
flancos: el primero, de corte epistemológico-metodológico, al señalar que este
es inadecuado para la psicología; el segundo, de corte más ético, al marcar que
la consideración del espíritu meramente como un objeto, retirando y negando su
autonomía, su capacidad de dar sentido al mundo, deshumaniza, lleva al odio, a un Auschwitz, debido a perspectivas
nacionalistas que entronizan la técnica como instrumento, no sólo para
imponerse, sino para eliminar subjetividades. Y lo que es interesante señalar:
la autodestrucción europea fue motivo de ascenso económico y político de los Estados
Unidos[5] y
de mayor influencia en el ámbito global. ¿Pero qué puede decir todo esto a
Latinoamérica?
3.
Reflexiones finales para América Latina
Primero,
uno de los problemas de Latinoamérica es que ha sido occidentalizada a la
fuerza (debido, como mencionaba Husserl, a la tendencia que tiene Europa de “incitar”
la “europeización”); que gracias a los procesos de colonización, su lengua
dominante, por ejemplo, es europea, y muchos latinoamericanos tienen a Europa
(o a los Estados Unidos) como el ideal de civilización y cultura. Este fenómeno
se puede caracterizar, como lo llamó Leopoldo Zea, como un “complejo de
bastardía”, un complejo de inferioridad, una idea arraigada por la Conquista y
la Colonia de que somos una cultura marchita, una cultura vulgar o grosera, que
debe limitarse a imitar para ser culturalmente colonizados por completo. Latinoamérica
fue encausadas, queriéndolo o no, a ciertos
caminos de la civilización occidental. En este sentido se puede decir que “su”
ciencia es en realidad una ciencia occidental que, grosso modo, no fue capaz de
hacer emerger desde su propio contexto a partir de sus propias preocupaciones. Pero
no sólo eso: como herederos de esa misma ciencia occidental poco se ha hecho
para continuarla. Por ende, la crisis de las ciencias europeas toca a
Latinoamérica sólo (y subrayo esto) en
el segundo sentido de crisis señalado
por Suárez; sean caso pues las naciones con problemas de seguridad que
invierten gran parte del presupuesto nacional en una suerte de carrera
armamentística por consumo. En Colombia por ejemplo, el programa de la seguridad democrática es una muestra de
la excesiva confianza en la técnica de armas para la protección y bienestar del
Estado, en detrimento de otro tipo de prioridades humanas como la educación o
la salud. Su uso irracional simplemente lleva a la barbarie, al abuso del
poder, al control y la supresión de las subjetividades, tanto en términos
prácticos como teóricos. Y tal vez el humillante lugar que ocuparon en Europa los
judíos lo estén ocupando, mutatis
mutandis, los pueblos indígenas o el campesinado, azotados por el conflicto
armado entre guerrillas y fuerzas militares, en especial en países como
Colombia o Perú. La adopción ciega de los resultados del positivismo (como en la
innovación en la tecnología de armas) y la falta de autocomprensión, tiene para
Latinoamérica las consecuencias éticas que Husserl describió en su Krisis. No así en las cuestiones
metodológicas, pues, subrayo, no es una ciencia de la que se conozca su
fundamento, o dicho en otros términos, Latinoamérica no es la cuna o la
vanguardia de las ciencias (sin menoscabar, por supuesto, los casos anecdóticos
de investigadores latinoamericanos que por lo general terminan en Europa o
Estados Unidos)[6].
Todo esto conlleva a plantear la identidad como un problema latinoamericano: el
no saber (y olvidar) qué se es, permite la colonización cultural y el
consiguiente desprecio y control de la propia cultura.
Segundo,
Husserl expone que la filosofía es un problema para ella misma. La tradición
filosófica en América Latina es, en efecto, occidental. Esto lleva a plantear
varias preguntas: ¿Está la filosofía latinoamericana en crisis? ¿Qué filosofía
llegó a Latinoamérica, qué tradición? ¿Es necesario romper con el
escolasticismo que concibe la filosofía como un cúmulo de disciplinas propias
sin relación con las ciencias positivas? ¿Los filósofos del presente,
latinoamericanos, están comprometidos con el ideal de una filosofía universal o, por el contrario, hay una filosofía regional
o, quizá, no son puntos de vista excluyentes? ¿Es la filosofía latinoamericana,
de una u otra forma, continuadora y reformadora de la tradición? ¿Son la verdad y la razón los hilos conductores de la filosofía latinoamericana? ¿Qué
hacer con tantas filosofías que se
producen? ¿Latinoamérica tiene alguna relación espiritual con Estados Unidos o Europa? ¿Hay algo que la vincule
como parte de la humanidad europea y
hasta qué punto? ¿Puede la filosofía, en fin, permitir a la “humanidad
latinoamericana” su autocomprensión
radical? Dejo abiertas esas cuestiones.
Bibliografía
Aparicio, C. (25 de Enero de 2009).
BBC Mundo. Recuperado el 10 de Octubre de 2012, de La ciencia
latinoamericana en cifras: http://www.bbc.co.uk/spanish/specials/635_datos_ciencia/index.shtml
Husserl, E. (1991). La crisis de las
ciencias europeas y la fenomenología trascendental . Barcelona: Editorial
Crítica.
Lyotard, J.-F. (1989). La
fenomenología. Barcelona: Paidós Ibérica.
Reeder, H. (2011). La praxis
fenomenológica de Husserl. Bogotá: San Pablo.
Suárez, J. N. (1998). Crisis de las
ciencias, Lebensvelt y teoría crítica. Daimon: revista de Filosofía,
103-118.
Wrehde, K. (2008). "La crisis de la
humanidad europea": en pleno apogeo tras Husserl. Quaderns de
filosofia i ciència, 101-105.
[1] El fragmento continúa como sigue: “Y seguirá siéndolo aunque acaben
por tener razón quienes opinan que no es deseable ni posible acceder a una
configuración absolutamente última del tipo de construcción del sistema teórico
global” (Husserl, 1991, pág. 4) . Posiblemente aquí
Husserl hacía referencia a los teoremas
de incompletitud, demostrados en 1931 por Kurt Gödel. En ese caso, no hay
una mención aquí a la mecánica cuántica, cuyas formulaciones probabilísticas cuestionarían
que la ciencia física será siempre exacta. Habría que indagar, por ello, qué
entiende Husserl por exactitud.
Recordemos que Husserl se doctoró en matemáticas.
[2] Esta posición quizá pueda llamarse realismo ingenuo.
[3] Husserl expresa que esta idea de filosofía renacentista fue legada
de la metafísica de la antigüedad: “la ciencia de las cuestiones supremas y
últimas” (1991, pág. 9) .
[4]
Husserl (1991) narra este hecho con
especial nostalgia, cf. (pág. 10) .
[5]
Quienes “pertenecen claramente, en un sentido espiritual, a Europa” (Husserl, 1991, pág.
328)
[6] Pero vale aclarar
que esta conclusión también es discutible. Así como se presenta el problema de
si hay una “filosofía latinoamericana” también es un problema que exista una
“ciencia latinoamericana”. La idea general es que Europa y Estados Unidos tienen
sorpresivos avances en materia de ciencia que no son equiparables a los
resultados que hay en Latinoamérica. Pero no se puede demeritar a priori la investigación científica
que ha habido en América Latina. El panorama se hace más desértico, sin embargo,
si es verdadero que el 80% de la investigación científica latinoamericana
proviene de Brasil y Argentina (Aparicio, 2009) . La falta de inversión en ciencia y la fuga de cerebros son dos de los
principales problemas que cuestionan la idea de “ciencia latinoamericana”.
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